domingo, 28 de septiembre de 2008

ENDULZAME EL AGUIJÓN

Esta es una SORPRESA PRIMAVERAL que le regalaran los hombres a las mujeres. Es una propuesta muy entretenida que tuve la suerte de vivir. La voy a relatar tal cual lo hicieron conmigo.
Me citó en su casa a cierta hora de la siesta, que es cuando nadie molesta y por que quería jugar conmigo teniendo la claridad del día para recibir así la estación del sexo y el amor.
Llegue a la casa a la hora indicada, toque el timbre y yo ya sabia que cuando abriera tenia que tener los ojos cerrados previamente y entrar, luego me los vendó. Me llevó hasta el living y me sentó en un colchón que estaba en el piso. El ambiente estaba aromatizado con esencias de jazmines y lavanda (muy afrodisíaco) me arrancó la ropa haciéndome sentir toda su fuerza y me dejaba escuchar de su boca un sutil zumbido que me llamaba poderosamente la atención….
Recibí en mi boca unas almendras, nueces y trocitos de chocolate que el me daba, apoyando y deslizando suavemente las yemas de sus dedos sobre el contorno de mis labios. Luego me embarduno toda la boquita con miel dejando caer un poco en mis pechos, los tuvo que lamer.
También acerco a mi cara distintos tipos de flores y comenzó a narrarme un cuentito susurrado al oído que me calentó por demás que si mal no recuerdo decía así: érase una vez un abejorro que andaba por el bosque buscando un dulce néctar que se lo proporcionaría la flor más bella. Buscaba, buscaba y no encontraba. Mientras me contaba lo triste que se sentía el abejorro hacia pequeños zumbidos alrededor mío rozándome con su pene erecto por mi cara, cuello, pezones. El cuento termino cuando aclaro que finalmente había encontrado una amapola y que estaba feliz. Me saco la venda de los ojos y lo vi disfrazado de abejorro, con el aguijón rojo, durísimo sediento de ser alojado por mi, que era su amapola. Había vaciado el living y había armado todo un escenario primaveral con flores, fuentes con frutas, almendras, chocolates y vino blanco seco. El colchón estaba en el medio del lugar también decorado ¡ahora entendía por que zumbaba! Y la amapola se abrió entre risas y cosquillas por la llegada de quien quería poseerla.
Me alcanzo un pote con miel y me dijo que le mojara bien el aguijón, tenia que quedar bien dulce, y entonces se lo chupe. Mientras mas me riera de su personaje, más tiempo pasaría con mi cara pegada a su sexo.

Es hermoso que te sorprendan con esto si se respeta todas los pasos y la decoración. Aparte se me ocurre que el disfraz del tipo puede ser de muchísimas formas, por Ej. si es gordito más que de abejorro le conviene ser mangangá y zumbar más fuerte todavía. Sentirte como una amapola lista para recibir el aguijón despierta deseos y sensaciones muy fuertes en esta estación.